«…la enfermedad es el lado nocturno de la vida, una ciudadanía más onerosa…»
—El circo del infinito, pág. 177
Susan Sontag, en su obra «La enfermedad y sus metáforas», explora cómo es percibida socialmente la enfermedad. Para ella, todos al nacer somos ciudadanos de dos reinos: el de los sanos y el de los enfermos, y, aun cuando todos deseáramos utilizar solo el pasaporte bueno, tarde o temprano cada uno de nosotros se verá obligado, al menos por un tiempo, a identificarse con el pasaporte malo.
Es que la enfermedad es una faceta oscura y oculta de la existencia humana, un aspecto inevitable, pero que a menudo se ignora o se teme, sin dejar de ser una parte intrínseca de nuestra propia realidad. Se vive en la sombra, asociada con el sufrimiento, la vulnerabilidad y la mortalidad. Esa ciudadanía más onerosa es un estado que conlleva un peso mayor.