La educación de las emociones

Autor:

Gustavo Quintero

Fecha:

14 febrero 2025

El humanismo educativo tiene como eje teórico fundamentar su propuesta pedagógica en la humanidad del educando. La educación humanista tiene como finalidad el desarrollo integral de la persona: razón, inteligencia, sentimientos, emociones, cuerpo, espiritualidad, etc. En otras palabras, el humanismo educativo defiende que el fin último de la educación es el desarrollo personal e integral del educando. Este fin, a su vez, solamente puede alcanzarse mediante la educación de las emociones.

El papel esencial que desempeñan las emociones en todo proceso de adquisición significativa de conocimientos sigue siendo un tema de bastante actualidad y de difícil consenso. Cuesta adecuar una clasificación de las emociones a las muy variadas tipologías de estilos, preferencias, concepciones y diseños docentes, y siempre se corre el riesgo de caer en esquematismos y reducciones peligrosas. Sin embargo, considero que lo que se está difundiendo desde disciplinas como la inteligencia emocional debe ser reivindicado y adaptado para su creíble aplicación también en el campo de la educación, incluyendo la permanente y para adultos. Pero hacerlo exige, como mínimo, aclarar los términos básicos que marcan y orientan la acción específica a desarrollar en este terreno por parte de los centros que pretenden actuar educativamente.

Si las emociones son una pieza esencial de los aprendizajes, no podemos prescindir de ellas en la actividad pedagógica; es más, su presencia debe ser intencionada y planificada. Una buena programación didáctica debería tener previstas actividades para el desarrollo de aspectos cognitivos, físicos y emocionales. Pero también, hay que tener en cuenta que, para ser buenos educadores, es —en muchos casos— imprescindible que los maestros «reaprendan» a emocionarse y a emocionar, ya que la comunicación no verbal es sesenta veces más potente que la verbal, lo que enriquecerá la didáctica.

Cabe decir que la educación emocional no solo se lleva a cabo de forma directa, mediante la observación o la práctica, sino que también se puede potenciar a través del uso de recursos en el logro de los aprendizajes. Se justifican, de este modo, documentales, películas, literatura, anécdotas y todo tipo de recursos pedagógicos acompañados de la acción.

La Fundación Mary Ward hace un llamado a los maestros al redescubrimiento de la enseñanza humanista en su propuesta «humanizar el aula», en la cual señala que esta tiene un impacto en las facultades cognitivas y emocionales, llevando a la formación y desarrollo integral de la persona como tal.

La escuela que prioriza los contenidos de la enseñanza por encima de lo humano se está alejando de enseñar a pensar, del aprendizaje por descubrimiento y de su centro de atención, que deberían ser los estudiantes, con sus características, talentos, necesidades e inquietudes. Por otra parte, la enseñanza orientada a la búsqueda y la superación personal ayuda a vencer el individualismo competitivo que fomenta nuestro sistema educativo, dejando ver el valor de la cooperación y la solidaridad.

Cuando el ser humano lleva a sus estudiantes una relación personal en sus clases, rompe con el anonimato físico y mental al que se encuentran sometidos muchos de ellos, descubre alguna parcela importante desconocida de la personalidad de cada uno y, si sabe conectarla con sus estudios, la clase se torna especialmente atractiva. En otras palabras, el ambiente humanizado imbrica la relación afectiva con el estudiante, su ética profesional y su competencia docente para tener éxito en la educación emocional.

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