En los últimos años, el mundo ha cambiado radicalmente como resultado de la globalización y los avances tecnológicos, que han dado lugar a la aparición de una economía modular. Podríamos imaginar una tendencia similar en la educación, especialmente en la educación superior.
El aprendizaje modular se ofrece de acuerdo con los gustos y la demanda, y tendrá que satisfacer, cada vez más, las necesidades del estudiante. Estas pueden ser relacionadas con el momento —como, por ejemplo, los periodos en los cuales un estudiante hace sus tareas o trabaja —, pero también con las necesidades cambiantes a lo largo de la vida. Por lo tanto, habrá una demanda creciente de aprendizajes permanentes o aprendizajes para toda la vida, junto con una preocupación por la organización de dichos aprendizajes en módulos.
La modularización permite que el estudiante seleccione individualmente aquellas partes del currículo que le interesan, que son necesarias o que le brindan una solución directa a un problema. Veremos un cambio inevitable de la educación basada en el currículo a una educación personalizada y a la medida.
Según Dawson, el proceso de aprendizaje pasará del ámbito formal al informal y tendremos, cada vez más, fenómenos como el aprendizaje en flujo de trabajo, un enfoque de aprendizaje que integra la adquisición de conocimientos y habilidades directamente en el contexto del trabajo diario. En lugar de separar el aprendizaje de las tareas laborales, este método busca que los empleados aprendan mientras realizan sus actividades cotidianas, utilizando herramientas, recursos y tecnologías que faciliten la aplicación inmediata de lo aprendido; es decir, aprender algo solo cuando es necesario en respuesta a un problema o pregunta del momento. Este tipo de aprendizaje se logra a través de redes de acceso, pensamiento crítico y resolución de problemas, que es sobre lo cual se debería aprender.
Si efectivamente se produce un cambio en el currículo formal y este es coherente con la enseñanza digital, informal y modular, también veremos un cambio en la certificación. Los estudiantes pagan el diploma de grado con costos de matrícula cada vez mayores, pensando en obtener un buen trabajo a cambio. Pero la situación en el futuro puede ser muy diferente: los estudiantes podrían estudiar durante el tiempo que consideren necesario y adaptar sus estudios a sus propios gustos y preferencias, a su propio ritmo. Para ello, se requerirá, más bien, conseguir una certificación por parte de la universidad u otra institución.
Las últimas fases del programa de pregrado serán, en consecuencia, especialmente susceptibles a la modularización y a la «disociación», así como a una disminución del aprendizaje presencial en favor de la educación en línea.
En este caso, será posible establecer una universidad completamente digital, pero hay motivos para suponer que la existencia del campus seguirá teniendo una razón de ser. Es indudable que, para los jóvenes —sobre todo en los primeros años de la educación universitaria— es de gran valor educarse en proximidad física con sus compañeros y recibir una enseñanza real con un alto grado de interacción. Sin embargo, si la tendencia hacia la desagregación de la educación y el aprendizaje modular aumenta, como se prevé, el carácter de la universidad en cuanto al campus cambiará. El campus ya no estará lleno de edificios docentes, ya que los estudiantes tomarán muchos cursos a distancia y en su propio tiempo.
El campus se convertirá principalmente en un lugar donde se realiza la investigación, así como los aprendizajes que esta ofrece, y donde los estudiantes se reúnen para una amplia gama de propósitos: para discutir sus cursos, prepararse para la investigación y también para encontrarse socialmente. En lugar de un aprendizaje formal, en el que el profesor desempeña el papel de guía (un rol tradicionalmente centrado en la transmisión del conocimiento), la universidad tendrá que invertir en un aprendizaje informal, en el que se anime a los estudiantes a reunirse entre sí para apoyar el proceso de estudio formal, aprovechando en todos los sentidos posibles el conectivismo, que es imperativo para enriquecer la modularización de los aprendizajes.