«La clase de griego» de Han Kang, premio nobel de literatura 2024, es una novela introspectiva y poética que aborda temas como el dolor, el lenguaje, la pérdida y la redención personal. En ella, los detalles están descritos minuciosamente y la autora tiende a la comparación explicativa permanente. Cada cosa en la novela es como una pintura. Qué prosa más hermosa.
La protagonista es una mujer joven, recientemente muda, que comienza a tomar clases de griego antiguo en un esfuerzo por recuperar el lenguaje de alguna manera. Su profesor, que poco a poco se está quedando ciego, se va acercando cada vez más a ella a medida que transcurren las clases, de forma tal que, al final, se conectan más íntimamente y exploran juntos sus dolores y tensiones internas.
La novela entrelaza las lecciones de griego antiguo con la narrativa de la vida de la protagonista, usando el lenguaje como metáfora para hablar del poder curativo de las palabras y la importancia de encontrar formas de expresar lo inexpresable.
En ese sentido, la novela destaca la importancia del lenguaje como medio de sanación, puesto que el griego, con su carácter arcaico y casi místico, actúa como un vehículo para que ella entienda y enfrente su propio trauma. Así mismo, destaca la introspección y la pérdida, mostrando cómo el dolor puede aislar a las personas, pero también puede ser el impulso para reconstruirse. Resalta que, aunque frágiles y a menudo difíciles de interpretar, las relaciones humanas son esenciales para la sanación y el entendimiento.
«La clase de griego» es una obra que explora la condición humana con una profundidad emocional característica de Han Kang. Ese humanismo que, como corriente de pensamiento, busca rescatar los valores esenciales del ser humano: la empatía, la dignidad y el reconocimiento de la diversidad inherente a nuestra naturaleza. En este sentido, la obra puede servir como un escenario simbólico para explorar estas ideas, utilizando el aprendizaje de una lengua antigua como vehículo para meditar sobre lo que nos conecta como seres humanos.
Aprender griego antiguo, como ocurre en la novela, podría representar una búsqueda de raíces comunes, un intento de entender el origen de conceptos fundamentales como «logos» (razón o palabra) y «ethos» (carácter o moralidad). Estas palabras no son solo términos académicos, sino puentes hacia una comprensión más profunda de los lazos que nos unen. En esa aula imaginaria, Han Kang nos invita a reflexionar sobre cómo el lenguaje y la cultura de los antiguos griegos han dejado una huella en las formas contemporáneas de pensar sobre el ser humano y sus relaciones.
En las dinámicas de una clase así, el humanismo cobra vida a través del acto colectivo de aprender, de compartir ideas y de debatir sobre los textos clásicos que, aún desde su antigüedad, resuenan con preguntas actuales, tales como ¿qué es la justicia?, ¿qué significa vivir una vida buena? y ¿qué lugar ocupan el amor y el dolor en la experiencia humana?, enseñándonos que el humanismo no es solo una idea abstracta, sino una práctica cotidiana de reconocimiento mutuo.
Así, el humanismo en «La clase de griego» se convierte en un ejercicio de resistencia frente al olvido y la deshumanización. Es un recordatorio de que el conocimiento no es solo acumulación de datos, sino una forma de construir puentes entre tiempos, culturas y personas. Como en sus obras, Han Kang nos invita a mirar más allá de la superficie y a buscar lo esencial: aquello que, a pesar de las diferencias, nos hace humanos.