Maravilloso reencuentro con mis compañeros de la promoción de Medicina 1974 en el Aula Máxima de nuestro querido Claustro, el lugar donde, un 18 de diciembre de hace 50 años, recibimos nuestro título con la esperanza de transformar vidas.
Durante estas décadas, hemos honrado el juramento hipocrático que pronunciamos con fervor aquel día, llevando nuestras vocaciones a todos los rincones del país y marcando una diferencia en cada sector en el que hemos servido.
Permanecen intactos los vínculos que nos unen y el propósito de hacer el bien y servir con excelencia.