«…en la cual yo cumplía con todas las características de los personajes de Dostoyevski: la dualidad moral, la crisis existencial, las pasiones y las obsesiones, la vulnerabilidad emocional, la complejidad social y la redención para la transformación…»
—El circo del infinito, pág. 28
Los personajes de Fiódor Dostoyevski son reconocidos por su complejidad psicológica y su capacidad para encarnar profundas ideologías y filosofías. Estas figuras literarias no solo representan tipos humanos convincentes, sino que también dramatizan conflictos internos universales, reflejando aspectos de la condición humana que son tanto particulares como eternos.
Por ejemplo, Raskolnikov, de «Crimen y castigo», personifica el egoísmo racional y la lucha interna entre la moralidad y la ambición, mientras que el príncipe Mishkin, de «El idiota», representa el amor místico y la pureza en un mundo corrompido.
Los personajes de Dostoyevski están vivos en el sentido de que continúan resonando con los lectores mucho después de haber terminado la novela, manteniendo una vitalidad que trasciende las páginas del libro. Y tienen otra característica: se interrogan sobre el sentido de la vida.