«…quítate la piel,
las tripas, los ojos
y ponte un alma,
si la encuentras».
—Blanca Varela
La poesía de Blanca Varela es una exploración del límite humano —entre el cuerpo y la nada, entre el lenguaje y el silencio—, con un estilo seco, feroz y lúcido. Su obra rompe con la tradición lírica femenina que buscaba la suavidad o el ornamento y abre un territorio donde la palabra poética se convierte en una confrontación con la verdad más cruda.
Este verso del poema «Strip-tease» de Varela anuncia un gesto de despojo. No se trata solo de un acto erótico, sino de un desmontaje de las capas que componen al sujeto. Varela toma un imaginario ligado al espectáculo y lo convierte en una metáfora de la vulnerabilidad existencial: el ser humano expuesto hasta el hueso, sin máscaras.
En este poema subvierte la expectativa: lo que debería ser excitante o placentero se convierte en un espectáculo grotesco. El público del strip-tease, implícito, se enfrenta a la crudeza de un desnudo que no seduce, sino que incomoda. Allí se revela la ironía amarga de Varela: no hay glamour, solo restos, desperdicio, fragilidad. Hay un vacío, no existe el alma.