«…el miedo se acurruca/evita el frío, el cansancio/quiere dormir…»
—Ana López Ortiga
Estos versos son del poema «Temblor» de Ana López Ortiga, uno de los poemas más densos y filosóficos de su libro de poesía Poemas fáciles. En él usa el miedo como metáfora del ser humano contemporáneo: un ser que vive entre la ansiedad, la racionalidad y la pérdida del asombro.
Desde estos primeros versos, el miedo se muestra no como una emoción, sino como un cuerpo, un ser con vida propia. Tiene hábitos, deseos, hasta fisiología. López Ortiga lo humaniza para mostrarnos que el miedo habita dentro de nosotros como una criatura autónoma, que crece y se alimenta de nuestras decisiones. Es también un reflejo del instinto de conservación: el miedo quiere sobrevivir, incluso a costa de lo que somos.
La poesía de López Ortiga es, en sí, un cuerpo que tiembla, una forma de pensamiento que arde. Para ella, escribir es escuchar el temblor de lo vivo, el estremecimiento que une razón y emoción, destrucción y renacimiento. La poeta no busca belleza, sino presencia: que las palabras respiren, sangren, envejezcan y nos devuelvan lo que somos debajo del miedo.