«Al día siguiente no murió nadie».
—El circo del infinito, pág. 244
Esta frase de Saramago, con la cual comienza su novela Las intermitencias de la muerte, plantea el tema central de esta obra: la relación entre los humanos y la muerte. Aunque la inmortalidad parece un regalo, Saramago explora cómo la ausencia de la muerte puede generar caos, deshumanización y pérdida de sentido. La frase también anticipa el tono irónico y reflexivo de la obra, que utiliza la paradoja para abordar cuestiones existenciales profundas. Marca el inicio de una serie de reflexiones filosóficas y sociales sobre la vida, la muerte y la naturaleza humana.
La trama ocurre en un país no identificado, donde la muerte deja de actuar y las personas dejan de morir. Aunque al principio esto es celebrado como un milagro, pronto surgen problemas inesperados. Imagínense por un momento lo que sería un mundo donde nadie muriera.