En el Parque Augusta de São Paulo, un árbol yace caído sobre el césped. En cualquier otro lugar, ya lo habrían hecho leña. Pero aquí, un anciano encuentra su descanso, una niña lo llena de dibujos y un perro callejero hace de sus raíces su hogar. No todos los árboles caídos terminan en cenizas. Algunos siguen dando sombra.
La gata de Tobita
Gustavo A. Quintero Hernández