“No es el amor quien muere, somos nosotros mismos…”
—Luis Cernuda
Este verso de Luis Cernuda, en su poema “No es el amor quien muere”, encierra una reflexión profunda sobre la naturaleza imperecedera del amor frente a la fragilidad del ser humano. En él sugiere que el amor no desaparece por sí mismo, sino que son nuestra propia finitud, nuestras limitaciones y nuestras transformaciones internas las que hacen que lo percibamos como muerto.
Este verso también puede leerse como una declaración sobre la culpa humana en la muerte del amor. No es un fenómeno externo o inevitable, sino una consecuencia de nuestras decisiones, de nuestros fracasos, de nuestra incapacidad para sostenerlo.
En la obra poética de Cernuda, el amor suele ser una fuerza ideal, casi platónica, inaccesible en su plenitud. El poeta, que a menudo se sintió marginado y ajeno a la sociedad, ve en el amor una forma de trascendencia que el hombre no alcanza plenamente porque se destruye a sí mismo antes de lograrlo.
