«Eres responsable para siempre de lo que has domesticado».
—Antoine de Saint-Exupéry
Esta frase es, probablemente, la afirmación ética más profunda de El Principito y una de las síntesis más potentes del pensamiento humanista de Saint-Exupéry. No es una frase sobre domesticación, sino sobre la naturaleza espiritual del vínculo humano.
Domesticar implica crear un vínculo. Cuando se establece una relación profunda —de amor, amistad, cuidado, confianza—, se modifica la vida del otro y se permite que el otro modifique la nuestra. Esa transformación mutua no puede deshacerse; de ahí nace la responsabilidad y la responsabilidad es la base de todo vínculo auténtico.
La responsabilidad significa que ambas personas quedan marcadas por el lazo, pero también que cada uno debe responder por la vulnerabilidad del otro, y esa vulnerabilidad compartida es la que hace posible la humanidad.
Cuando nos unen lazos de amor, amistad o cuidado con alguien, no podemos retirarnos sin herir, porque nada que amamos nos deja indemnes.
