Los candados desbordan las rejas del Puente de Carlos, pero no previenen los infortunios.
Hay nombres superpuestos escritos en mil idiomas que cubren los muros, olvidando quién llegó primero, de quién es primero la tragedia.
El Moldava pasa por debajo del puente y seguirá fluyendo, como fluye el amor de los enamorados.
Con el tiempo… todos los nombres los abrirá la misma llave.
La gata de Tobita
Gustavo A. Quintero Hernández